A menudo en la red contactamos y entablamos conversación con personas a las que no conocemos y que pueden estar físicamente en cualquier punto del planeta. Esta posibilidad se presenta como uno de los grandes atractivos de la red, pero incluye en mayor o menor medida modelos de comunicación basados en el anonimato. No sabemos quiénes son ni cómo son esas personas con las que conectamos. Y tampoco ellos saben de nosotros.
Este anonimato, y la virtualización que lo propicia, puede llevar a que en las interacciones que mantenemos en línea (bien sea por la rapidez e impulsividad que, con frecuencia, las caracterizan; o por la componente de impunidad que puede ir asociada al anonimato) se descuiden las normas básicas de respeto, cortesía, prudencia o confidencialidad que sí observamos en nuestras interrelaciones presenciales.
Por otro lado, nos hemos ido familiarizando con las redes sociales que nos invitan a compartir nuestra vida prácticamente en tiempo real. Pero nuestras vivencias no están completamente aisladas y separadas de nuestro entorno y de las vivencias de otras personas que conviven con nosotros o comparten ciertos aspectos de nuestra realidad. Y, con frecuencia, al contar nuestra realidad estamos, directa o indirectamente, dando datos sobre la vida de otras personas que tal vez no quieran compartir abiertamente o que no quieran compartir con determinadas personas, grupos/comunidades o entidades.
En este curso, aprenderé a:
- Tomar conciencia de que la interacción con otras personas en línea demanda que nos comportemos con, al menos, el mismo nivel de respeto hacia los demás y hacia nosotros mismos que el que empleamos en las interrelaciones presenciales.
- Analizar la importancia de reflexionar sobre qué informaciones compartimos que afectan a circunstancias íntimas de nuestra propia vida y, muy especialmente, cuáles afectan a otras personas -amigos, familia, compañeros de trabajo...- y qué consecuencias pueden tener en el presente y en el futuro poner a disposición de terceros información sensible.
- Desarrollar, por consiguiente, estrategias que nos permitan ser capaces de vencer la impulsividad y efectuar una reflexión más profunda de las posibles implicaciones antes de etiquetar a personas en redes sociales o compartir informaciones que pueden afectar a sus creencias, opiniones, confidencias, circunstancias personales, orientación sexual, ideas políticas, conductas o comportamientos en momentos comprometidos...
Aquí os dejo el enlace de mi reto final. Espero que os guste.
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